La foto de Lorca con Dalí es un photoshop de una en que aparece el pintor y su esposa Gala.
https://culturainquieta.com/es/arte/pintura/item/13718-gala-y-dali-la-historia-de-un-amor-magico.html
Historia LGBT
Federico García Lorca y su Oda a Walt Whitman
Pabupop – 17/08/17 – 6 Comentarios
Cuando empezamos nuestra peculiar búsqueda de palabras, no tardamos en encontrar las frases que ves en la imagen, más tarde, supimos que eran versos de Federico García Lorca y su Oda a Walt Whitman.
Faeries, pájaros, jotos, sarasas, apios, cancos, floras, adelaidas…son, sinónimos de marica.
Quedaron las palabras coleccionadas en listas interminables a la espera de encontrar su origen y explicación, hasta que años después nos hemos vuelto a encontrar con los Apios de Sevilla, y como en otras ocasiones, hemos abierto una puerta a un mundo olvidado por el paso del tiempo y por la firme determinación de silenciar lo que realmente fue la inseparable vida y obra de Federico García Lorca (1898-1936).
En este artículo vamos a dar nuestra nuestra interpretación de la Oda a Walt Whitman, en la que por poco no se exhorta al asesinato de los maricas, siendo por tanto un poema que genera cierta controversia y pasmo. Para llegar a entender lo que quiso decir Federico hemos tenido que hacer un largo recorrido por sus experiencias vitales, por sus amores y por su sexualidad para saber qué tipo de persona era, y el detalle en este caso es importante. Retazos de aquí y de allá nos han servido para comprehender un relato completo de este niño, joven y hombre homosexual, rellenando los huecos que para otras publicaciones son enigmas, pero que para nosotros son bastante obvias. Nos hemos puesto en su piel, y para esto nos hemos servido de la obra de Ian Gibson, complementada con hemeroteca y mucha información encontrada en la red. Este artículo es, por tanto, un ejercicio subjetivo a partir de los datos ciertos que se conocen, sobre la persona que escribió la Oda a Walt Whitman, y por qué la escribió.
1 La sexualidad de Lorca y la literatura.
Es importante señalar que tras su ejecución aquel 18 agosto, se realizaron enormes esfuerzos por borrar la homosexualidad de su obra, tanto por parte de su familia -querellas incluídas- como por algunos actores del sector editorial y académico. De esta forma se han escrito numerosas obras especializadas y de gran reputación en las que se analiza su obra alejando o eludiendo la homosexualidad en el análisis, mientras que en realidad, Federico García Lorca prácticamente no hablaba en su obra de otra cosa que no fuera del conflicto que supuso para él su homosexualidad, en una sociedad tan homófoba como aquella. Y esto se demuestra, no sólo por su obra entera que puede ser interpretable, sino por la gran cantidad de cartas, testimonios, biografías y entrevistas que no dan lugar a dudas y que muestran cómo se cocinaron aquellas obras y cómo se fue construyendo Federico García Lorca.
Sí, todo el mundo sabía que Federico era homosexual, y así nos lo contaban a partir de cierta edad, al estudiar Literatura, pero a nadie se nos hubiera ocurrido pensar, por ejemplo, que Yerma (1934) hablara del amor yermo que no da frutos, como es el que une a dos hombres, y que además, formara parte de una proyectada trilogía junto a Bodas de Sangre (1931) y La destrucción de Sodoma, también titulada El drama de las hijas de Lot o Las hijas de Lot, obra que no pudo ser escrita.
Tampoco nos hablaron de la desaparecida obra La bola negra. Drama de costumbres actuales, o La piedra oscura. Drama epéntico, títulos pensados para una obra cuya primera escena contaba así:
“Una capital de provincia. Un señor tras una mesa de despacho. Llama al timbre y entra un criado:
—Que venga el señorito.
Entra su hijo.
—¿Qué quiere decir esto que sé? —y el padre muestra a su hijo una carta—. ¿Que te has presentado pretendiente a socio en el casino y te han echado bola negra? ¿Por qué?
—Porque soy homosexual.”
Este texto hoy, en este mundo de sexualidad diversa, puede que no llame la atención, sin embargo, en el contexto de los años 30 resulta moderno y revolucionario, y me hace ensoñar lo que hubiera podido significar un Lorca superviviente para el movimiento reivindicativo LGBT en España, que empezó a hacer sus primeros pinitos 30 años después. Hay que tener en cuenta que con este texto Lorca no sólo ha pasado ya de la poesía más tradicional, que permite decir y ocultar, al también ocultador surrealismo teatral de El Público, sino que sin ambages habla de la homosexualidad de una forma más explícita y directa.
2 Lorca homosexual.
Federico García Lorca fue un hombre homosexual fuera del armario, todo el mundo lo sabía, sus amistades, su familia, sus vecinos; y de que se supiera no sólo se encargó él viviendo con libertad su sexualidad, sino también los medios de comunicación de derechas que durante los últimos años de la república se encargaban abiertamente de insultarlo y despreciarlo, tanto a él como a su exitosa obra. En vez de Lorca escribían Loca, por ejemplo, y al día siguiente aparecía en la fe de erratas.
Pero no fue sólo una cuestión de juventud o de vida adulta, sino que ya de niño las personas que lo conocían advertían su afeminamiento, como sus profesores y compañeros de escuela que se lo hicieron pasar mal, así como su primer amor, Maria Luisa Nátera Ladrón de Guevara, una niña de 14 años, mayor que él, a la que no le gustaba Federico porque era afeminado.
Aunque Lorca no fue sólo un niño, púber o adolescente afeminado objeto de burlas, sino que, según sus propias palabras, ya en su infancia acaparaba a los niños y, según contaba su amigo José García Carrillo, el mismo Federico le había relatado con insistencia que cuando era un crío en la Vega de Granada, había “jugado” con todos sus compañeros.
«Mira, Pepe —decía Lorca—, cuando yo era así de pequeño, ya se la había meneado a todos ellos.» «Yo he estado con todos los chicos de Asquerosa», aseguraba.
Y así, en sus primeras prosas ya nos hablaba del semen, que según el poeta huele a verano y a clavel. Absolutamente evocador.
Sin embargo, este comportamiento homosexual y vital fue vivido por Lorca de forma conflictiva, al menos en la primera parte de su vida, en una época en la que los únicos referentes, la idea que se tenía, la concepción de la homosexualidad, era de enfermedad, crimen y pecado. Ante aquel panorama sólo los afeminados eran los visibles, y para éstos aquella sociedad homo-cateta tenía un papel concreto y unas características personales negativas añadidas. El marica, un hombre que, entre otras cosas -cobarde, poco de fiar, tonto, objeto de burlas, etc- desiste del amor, como veremos más adelante.
No obstante es necesario apuntar que el afeminamiento de Federico no era obvio, y hay casos como el de Luis Buñuel, que no se dio cuenta hasta que se lo dijeron otros compañeros de la Residencia de Estudiantes, y eso que el cineasta era homófobo y se divertía ligando con homosexuales en los váteres públicos para luego darles una paliza.
También es bastante probable un determinado esfuerzo por tener una actitud más masculina, porque era necesario, ya que ser marica era lo peor de lo peor; y confirmado por el hecho de que hubo personas, incluso del entorno de La Barraca, que no tenían la más remota idea, y que nunca habían sospechado cosa semejante.
2.1 Los hombres de Lorca
La vida de Federico García Lorca estuvo llena de hombres, famosos y anónimos, cuyo relato en muchas ocasiones se pierde en experiencias, cartas y bocetos de obras que se han ocultado, destruido y olvidado con el paso de los años. Tanto en Granada, como en Madrid y, por supuesto, en las Américas, siempre estuvo rodeado de célebres hombres homosexuales y no, con los que compartía vivencias, anhelos, textos y/o sexo. Sí, sexo. A Lorca le gustaban los hombres masculinos.
José García Carrillo y su hermano Francisco, Adriano del Valle Rossi, Francisco Soriano, el homófobo Luis Buñuel, el enamorado Emilio Prados, Gustavo Durán el machote, el acomplejado Dalí, el oculto Rafael Martínez Nadal, el “bisexual” Emilio Aladrén, Eduardo Rodríguez Valdivieso, el tímido Luis Cernuda, con el que hacía «gimnasia revolcatoria», el felador Cummings (permitid el chiste), León Felipe, Luis Cardoza y Aragón, el futbolista Rafael Rodríguez Rapún, al que besaba en el parque mientras le metia la mano bajo la camisa, Eduardo Blanco-Amor, Vicente Aleixandre, Juan Ramón Jiménez, José Antonio Primo de Rivera, sí, el fundador de la falange. Todos estos y muchos más forman parte, de una u otra manera, del universo íntimo del poeta.
Pero es que además hay que tener en cuenta que Lorca murió a los 38 años, todavía en su plenitud sexual, por lo que si Lorca veía a alguien por la calle que le gustaba, daba igual que fuera hetero (o, sobre todo si lo era), iba a por él y se lo ligaba, como podría hacer cualquier joven en la actualidad, bueno, cualquiera que tenga esa personalidad vertiginosa, encantadora, atractiva y poderosa que tenía Federico.
A pesar de su conflicto sexual, lo que queda muy claro para quien pueda ver, es que Lorca fue una persona sexualmente muy activa, como demuestran la gran cantidad de testimonios y documentos de su puño y letra, y aunque muchos detalles permanecen deliberadamente ocultos o perdidos, otros se han hecho famosos, como cuando intentó penetrar, en al menos dos ocasiones, a Salvador Dalí.
Lo que es menos conocido es que en una de ellas fueron tres personas, el poeta, el pintor y Margarita Manso, una compañera de clase de Dalí. Lorca intentó penetrar a Dalí, y al no poder, Lorca lo hizo con la chica. Lo curioso del caso es saber qué hacía Lorca penetrando a Dalí supuestamente hetero, cuando según Luis Antonio de Villena, Vicente Aleixandre, gran amigo de Federico, le hablaba mucho de los gustos “pasivos” de Lorca. Y una segunda cuestión, de la que nunca habló Dalí, ¿qué pasó en los preliminares que sin duda hubo?
Y no sólo hubo sexo como es natural, también hubo amor y enamoramiento, e incluso, poliamor. La modernidad de Lorca no radica sólo en obviar de facto las etiquetas homo y hetero, sino también en tener amores no excluyentes. Dalí, Emilio Aladrén, Eduardo Rodríguez Valdivieso, y Rafael Rodríguez Rapún, fueron, y por este orden, los grandes y en ocasiones superpuestos, amores conocidos de Lorca.
2.2. Lorca el epéntico
Para hablar de la sexualidad de Federico García Lorca, es necesario hablar del uso del lenguaje, del epentismo y los epentes, que no son otra cosa que lenguaje en clave y, en el fondo, una especie de chiste inventado por Lorca a partir de una figura de dicción, la epéntesis, que tiene como consecuencia en muchas ocasiones variar la posición de una letra poniéndola tras otra, o sea según el poeta, dándole por culo.
Epentismo es homosexualidad y Epente es homosexual. De esta manera podían hablar del tema sin que nadie se enterara de lo que se quería decir, pero también es posible que fuera una forma de divertirse, así como crear un término que no fuera un insulto o que no tuviera la connotación de enfermedad mental que tenía la palabra homosexual en aquella época. Muestra de todo ello es esta carta que Rafael Martínez Nadal, desatado, escribe a Federico contándole que quiere dejar su carrera para hacerse masajista de un club deportivo madrileño:
«¡Qué solarium de “torsos yacentes”! ¡Qué de músculos distendidos! Para llorar. Tú también llorarías. Es imposible soñar más bellezas reunidas ni más epentismo flotante.»
Otro punto interesante del uso del lenguaje en las relaciones más íntimas era llamarse en femenino, cosa bastante frecuente en la actualidad. Federico, Martínez Nadal y García Carrillo, se llamaban mutuamente comadres.
Como en todas las personas, la identidad sexual en su conjunto acaba expresándose de diversas formas. Y en el caso de Lorca, además de un conflicto, también era fuente de distensión y diversión. Hablarse en femenino, y pervertir el lenguaje, son prueba de ello.
Con todo, podemos distinguir a dos Lorcas, el de antes de su viaje a Nueva York y el de después de Walt Whitman y su estancia en las Américas.
3 Oda a Walt Whitman ¿El poema homófobo de Lorca?
Es bastante probable que Federico García Lorca se hubiera encontrado con la obra de Walt Whitman (1819-1892) muchos años atrás, pero muchos apuntan a León Felipe, residente en Nueva York y traductor de la obra de Whitman, que Lorca frecuentó durante su estancia en Nueva York, con el que el poeta tuvo su mayor aproximación a la obra de Whitman. Una aproximación que fue vital y que pudo ser la resolución de su conflicto interior con la homosexualidad.
Haced el ejercicio de poneros en la piel del joven Lorca, epéntico machi-hembrista, cachondo con frecuencia, que podía desaparecer en cualquier momento para ir de cancaneo. Fuente Vaqueros, Asquerosa, Granada, Madrid, París, Londres, Nueva York. Esa búsqueda, ese intentar entenderse, construirse y amarse. ¿Soy lo que odio? Ampliar horizontes seguro que fue un buen revulsivo.
El poeta de 31 años, que llegaba a Nueva York triste por el abandono de Dalí y de Emilio Aladrén, además de conferencias y charlas, frecuenta bares de ambiente y disfruta orgías con negros, marineros y soldados. Aunque no hemos de obviar la delicada situación de los hombres homosexuales en la Norteamérica de la época, García Lorca, famoso, admirado y con posibles, pudo disfrutar de una libertad impensable en España.
Así, durante su vuelta a Nueva York tras su estancia en Cuba -se conocen tres amantes cubanos-, Lorca finaliza su Oda a Walt Whitman, poema perteneciente a su obra Poeta en Nueva York (1930). Un poema, publicado en vida, llamado con frecuencia el poema homófobo de Lorca, por los siguientes versos:
[…]
«Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.
Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.
¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.
¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.»
[…]
Lorca no levantaba la voz contra el niño que escribe nombre de niña en su almohada, una niña transgénero, ni contra el muchacho que se trasviste en soledad, ni contra los hombres que buscan chaperos, ni contra los que aman y desean a otro hombre sin poderlo decir, pero sí contra los maricas.
Incluso instaba a la muerte de los maricas en un borrador de estos últimos versos, escrito al margen en el manuscrito del poema, publicado por Rafael Martínez Nadal años después:
«No haya cuartel
matadlos en la calle
con bastón de estoque.»
¿Qué tenía Lorca contra los maricas? Como veremos a continuación, en concreto nada, y en abstracto, todo.
4 Lorca y los referentes.
Ya hemos hablado en muchas ocasiones del carácter performativo del insulto, de cómo los referentes, las etiquetas, construyen la vida de las personas a su imagen y semejanza. En la época que vivió Lorca el referente homosexual era el Marica, y el afeminamiento de Lorca le “abocaba sin remedio” a convertirse en uno.
El Marica era ese hombre afeminado e inofensivo, objeto de burlas y rodeado de mujeres, ese hombre que era como una mujer y que acababa comportándose como una (estereotipadamente negativa), que renunciaba al amor «enemigos sin sueño del Amor que reparte coronas de alegría» y que, o no tenía sexo, o se conformaba con sexo más o menos mercantil, esporádico, oculto y/o perverso.
El marica era el papel que la sociedad de la época tenía reservado para los hombres homosexuales afeminados, los únicos existentes por visibles, a los que se dotaba de los peores defectos, y de los que no se esperaba, ni se concebía, que pudiesen aspirar a conocer, enamorarse y vivir la vida junto a otro hombre.
Y Lorca tenía un problema con esto. Puesto que no era hetero, era un marica y no quería serlo. -¿Eso es lo que se supone que soy? ¿así me tengo que comportar? ¿así será mi vida?-
Con Whitman todo cambió porque con él Lorca encontró un nuevo referente. La virilidad, la fraternidad y la camaradería, la admiración del cuerpo masculino, la aceptación de uno mismo y la expresión propia, la reivindicación de la homosexualidad, la defensa de los oprimidos y de los explotados son, en esencia, las características de un nuevo referente que acabó de construir a Federico, dotando de coherencia a su realidad y a sus aspiraciones.
Con este nuevo referente, Lorca pudo cargarse el anterior, pudo cambiar de traje y de cuerpo. Esto es lo que hay en la “Oda a Walt Whitman”, el abandono y la destrucción del único referente, de la etiqueta que tanto le ha hecho sufrir, la asunción de uno nuevo para él y el anuncio de tiempos mejores con “la llegada del reino de la espiga”. No hay homofobia, sino todo lo contrario.
5 Lorca gay, un referente perdido.
Y así podemos imaginar a Lorca, a sus 31 años, en Nueva York, con éxito, con dinero y con Whitman. Se desató. Tanto en lo personal como en lo literario. Lorca volvió de Nueva York y de su posterior estancia en las Américas, convertido en otra persona, menos reprimido y sexualmente más seguro. Y esto, sumado a su trabajo en “La Barraca” y otras cuestiones, hizo que se significara mucho más frente a sus adversarios. En una ocasión, visitando el casino de Granada con Blanco-Amor se les acercó un parroquiano y les dijo:
«Dicen que ustedes los poetas sois maricones.»
Y respondió Federico: «¿Y qué es poetas?»
El modelo de homosexualidad exhibido por Lorca era absolutamente revolucionario para la España de aquella época. Era un hombre al que le gustaban los hombres, que buscaba relaciones con hombres, y que se enamoraba y que vivía su vida con ellos, vamos, lo que hoy consideramos lógico y normal. Un hombre homosexual que se mostraba como tal y que buscaba lo mismo que el resto de las personas, y que no se iba a conformar con las migajas que la sociedad tenía reservadas para él. Un hombre de éxito, admirado y querido, con talento, con encanto y, por tanto, envidiado y odiado por muchos. Y un autor absolutamente comprometido con su sociedad y decidido a contribuir a su transformación. Vamos, un peligro.
A Federico García Lorca, que a nadie le quepa la menor duda, lo mataron por maricón, que no marica, un hombre homosexual que no aceptaba aunque sufría el papel que la sociedad tenía reservado para él y que cuestionaba, por tanto, el modelo de sociedad, un maricón amado por mucha gente en el mundo. Un valiente, exitoso y envidiado maricón.
Y esto es jústamente lo que, en el fondo y de forma casi inconsciente, quisieron evitar y evitaron los que lo asesinaron, y esto es lo que el resto tal vez nos perdimos, un creativo, orgulloso y reivindicativo Lorca Gay, lo que para muchos hubiera sido, sin duda, un nuevo referente.
Fuentes y créditos: “Lorca y el mundo gay” Ian Gibson, (Ediciones B, 2015). Publicaciones de Luis Antonio de Villena Publicaciones del ABC, El País, El mundo, RTVE Fotografías de la Fundación Federico García Lorca y otros, encontradas en Internet.. Enlaces de interés: Oda a Walt Whitman. Qué es homosexual.Tag :Heterosexualidad, Historia, Homofobia, Homosexualidad Y déjanos un comentario
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¡Muchas gracias Hernán!
Cambiaremos el pie de foto.
Saludos.
Muy buen artículo. Gran trabajo de investigación. Gracias. Solo agregar que en una de las cartas que Lorca escribió a una de sus «comadres» (no recuerdo a cuál de ellos) desde La Habana, le cuenta en detalle sobre una de sus experiencias sexuales en Cuba. La expresión era muy graciosa, genial y extremadamente gráfica. No la recuerdo exactamente porque la leí en mi adolescencia. A mí me causó mucha risa y me puso cachondo, en aquella en que buscaba ponerle fin a mi virginidad. 🙂 Contaba Lorca que lo habían penetrado de forma tal que le había desgarrado las entrañas, hasta dejárselas hechas ripios o hilachos. Jjejejejej. El escritor en Cuba también se codeó con parte de la intelectualidad gay de la época. Ciertamente la dimensión homoerótica de Lorca, como la de tantos otros, ha sido castrada en la historia/enseñanza oficial de la literatura, a diferencia de lo que pasa con la poesía feminista tan cacareada en estos tiempos, cuando se pretende encontrar, incluso donde no la hay.
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¡Hola Hermes del Caribe!
Wow! Muchísimas gracias por tu comentario. El trabajo en este artículo se convirtió en un viaje en el que descubrí a una persona que, a pesar de ser famosa, era totalmente desconocida, y que me dejó un poso de admiración y tristeza, tristeza que todavía perdura cuando lo leo. Me sorprende lo que me comentas de la carta que leíste en tu adolescencia. Busqué y busqué esa información, pero no encontré nada. ¿Qué me puedes contar sobre esa carta? ¿Era una publicación? He estado ojeando vuestro trabajo (BP). Tendrás noticias nuestras. Saludos.
Excelente artículo, que buena investigación hicieron, llegué aquí justo por la «Oda a Walt Whitman», y me quedé encantada con la buena redacción e investigación sobre el tema.
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¡Muchísimas gracias, Luisa!
Fue todo un lujo escribir el artículo y reescribir todo lo que nos habían enseñado del poeta. Me quedó una profunda sensación de pérdida de la que todavía no me he recuperado. Tus amables palabras nos emocionan.Muchos miles de besos.
La Oda a Walt Whitman no es homófoba. Yo siempre la he interpretado como antipederastas: «Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos / gotas de sucia muerte con amargo veneno». Y es bastante virulenta y violenta. Quizá para intentar quitarse de encima el sambenito de marica. En cuanto a la homofobia de Buñuel, no sabía nada. Sabía que muchachotes falangistas entrenaban en el gimnasio para propinarles palizas en el parque de mi ciudad a los maricones que encontraban meténdose mano, pero no que semejante infamia la practicara Luis Buñuel.
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Hola F!
Claro que no lo es. Todo lo contrario! El poema intenta destruir el papel que la sociedad de la época asignaba a las personas hmosexuales, porque implicaba una renuncia al amor. La pederastia no es el centro del mensaje. Muchachos no son niños. Lorca no pretendia quitarse el sambenito de marica, sino cargarse un arquetipo, un referente que sí afectaba a los muchachos que se sentian atraidos por otros muchachos, porque les indicaba el camino que tenían que seguir. El mensaje es revolucionario para la época. Con Whitman entendió que un hombre homosexual debe aspirar al amor. Hoy lo tenemos muy claro, pero entonces ni se imaginaba.
Sobre las agresiones, si hoy en dia se producen, en aquella época mucho más.
Muchos miles de besos.
¿Algo que decir?
Cuéntanos qué te parece este artículo, si bien, si mal, si piensas que somos idiotas o si nos ves en el infierno. Y si eres persona de pocas palabras, pero quieres hacer algo para mejorar la vida de la gente, ayúdanos a que circule…
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