es un término cuya relación con la homosexualidad tiene un origen confuso. Sabemos que forma parte de la jerga marina y que con él se designaba a los jóvenes marineros ya en el siglo 19. Desde aquí y a partir de los años 20, lo encontramos para señalar a los jóvenes prostitutos puesto que como los castores y según dice el “abc de la langue francaise”, se ganaban la vida con la “cola” y así el término pasaría a designar a cualquier homosexual, como ocurre con muchos términos que siendo utilizados para trabajadoras y trabajadores sexuales, acaban siendo utilizados contra gays y lesbianas.
Sin embargo la relación entre el castor y el homosexual es mucho más antigua y ya en el siglo 16, Pierre de Ronsard relaciona a este animal con la práctica de la sodomía en un poema satírico donde ataca los supuestos gustos homosexuales del Rey Enrique III:
Adieu, cons blondelets
Le Roi ne m’aime point pour être trop barbu; II aime à semencer le champ qui n’est herbu, Et comme un vrai castor chevauche le derrière…
Cuya traducción podría ser:
El rey no me ama por ser demasiado barbudo, prefiere sembrar campos que no son herbosos. Y como un verdadero castor cabalga los traseros…
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